sábado, 17 de noviembre de 2007

LA MEMORIA DE LA PIEL


El mundo nos roza la piel a cada instante. Siempre. La roza con caricias, con ramas al caminar por los campos y jardines, la roza con viento y con luz, la roza con amor...

Estamos tan poco acostumbrados al amor y la felicidad, que cuando llega, no lo reconocemos.

Igual que cuando tenemos una herida, creemos que el mundo nos roza la piel sólo cuando nos duele. Pero no es así. Nos roza siempre.

El cuerpo reacciona a los movimientos, a los propios y a los del mundo donde habita.

Igual que un perfume o un sabor evoca en nosotros escenas y emociones de tiempos ya vividos, así también la piel tiene su memoria. En cada centímetro de nuestra piel se encierran largas líneas de memoria y de recuerdo.

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