domingo, 7 de octubre de 2007

LA AYUDA, ESE SOBREENTENDIDO


La verdadera acción generosa amplía constantemente sus ámbitos, desde la familia y los amigos, hasta alcanzar a todas las personas que conocemos, incluso hacia aquellas por las cuales no sentimos en un principio amistad.

La generosidad no es indulgencia, ni abandono, ni condescendencia. La generosidad no es ausencia de atención o firmeza.

La verdadera generosidad que nace en nuestro pecho abandona el cascarón primero y alcanza a todos los seres. Para alcanzar la libertad hemos de abandonar nuestro pequeño nicho y adentrarnos en los ámbitos abiertos de lo divino y lo santo.

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