jueves, 31 de mayo de 2007

UN INCISO


Perdón, hace un calor desacostumbrado en la casa, incluso para el verano. Seguro que superamos con creces los cuarenta grados. La gata se ha comido su pescaíto y, desparramada en el suelo, no tiene fuerzas ni para moverse. Yo también me siento cansado. Tengo una infección muy profunda en las encías. Anoche me despertó un sueño en plena madrugada y luego ya no pude dormirme. Aprendí algunas cosas importantes durante ese sueño. Fue uno de esos sueños lúcidos en los que se pasa con facilidad a la vigilia, y viceversa. Se me disipó la ira en el pecho. Era como un nudo de músculos que se desataban bajo el esternón. Ni siquiera en sueños podemos distraernos de la atención debida.

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