sábado, 19 de mayo de 2007

HABLANDO DE LÓGICA


Puestos a establecer dualidades, podemos experimentar la tendencia de contraponer los mandatos de la lógica y la razón a lo que el corazón nos sugiere. El pensamiento humano suele operar a través de unidades numeradas, sobre todo a través del dos y del tres. Dos son las oposiciones polares de las cosas: oscuridad y luz, bien y mal, verdadero y falso, húmedo y seco, frío y caliente, muerto y vivo, etc. Tres son las partes del alma, las clases sociales, las personas del verbo, etc.

No digo que tales dualidades o tríadas sean falsas, simplemente es necesaria la aceptación de que no siempre han de imponerse sobre nuestra manera de vivir la realidad. Aunque resulte en principio inconcebible, es posible entrar en contacto directo con la verdad sin necesidad de construir previamente todo un puente de cálculos o de palabras hacia ella.

Hay personas que viven con la creencia de que su vida es fútil y carece por completo de sentido. Hay personas que mueren con la misma creencia. Hay personas que creyentes de esta fe en la futilidad de la existencia, emplea su vida en distintas distracciones, y distracciones de las distracciones. Algunas de estas personas aplican todo el poder de su lógica, de sus conocimientos y su razón a distintos fines, como es el beneficio y el placer propio y ajeno, pero no aplican este poder del pensamiento a contemplar su propio ser. La creencia en que tu vida es fútil y carente por completo de razón y de objeto, no tiene ninguna lógica. Decir que la propia vida y la propia existencia es un mero azar, una banalidad sin sentido, significa decir que ninguna otra existencia posee importancia ninguna. Si se tiene conciencia aunque sólo sea por un instante de la existencia propia y la de todos los seres del universo, no es en absoluto lógico decir que todo esto es para nada. Es.

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