martes, 10 de abril de 2007

¿POR QUÉ ESCRIBÍ ESTE LIBRO?


En la vida ocurre como en la Historia, que conforme más nos alejamos del tiempo en que sucedieron los acontecimientos, más podemos saber de ellos. Así en nuestra propia historia, conforme van pasando los días, meses o años, y más nos alejamos de algún momento del pasado, más creemos saber de nuestras motivaciones, acciones y maneras de ser de entonces.

Pues bien, allá por el verano del 1998, yo me hallaba bien internado en varios caminos de la conciencia, que había iniciado hacía algunos años cada uno. Daba por cierto que aquellas personas que alcanzaban el final del camino perdían todo interés por comunicar sus modos y procedimientos. Confiado yo en alcanzar el supremo objetivo, y sin querer que a mí me pasara lo mismo, y así el tránsito quedara una vez más oculto, una vez recorrido, como pisadas en la hojarasca, decidí hacer un compendio de los motivos básicos que animaban mi curso en las tres vías —en realidad una sola— que yo entonces transitaba, sin querer hacer mención de doctrina o creencia preestablecida alguna, y procurando evitar aquellos términos o conceptos que sólo conocen los iniciados.

En realidad, este libro Manual de primeros auxilios para vidas destrozadas lo he estado escribiendo para mí mismo. Y no digo esto como ejercicio de humildad o por autosuficiencia, creo yo, sino porque lo considero cierto. No pocas veces he reconocido en mis propios escritos unas palabras que, al menos para mí, tenían un significado preciso o necesario para reconducir mis propios pasos a partir de la confusión y el olvido.

He pretendido además con estas páginas obrar algún beneficio a las personas que puedan leerlo, y considero que, cuanto menos, no le servirá de perjuicio. No pretendo engañar a nadie creándole falsas expectativas. Tal vez el título sea un poco excesivo, pero es el más cierto que se me vino a la cabeza y, en última instancia, el lector puede tomarlo con ironía.

Cómo y por qué de verdad se escribe cada libro es un asunto que incluso en ocasiones ni siquiera los propios escritores conocen. Acerca de esos motivos de inspiración es precisamente de lo que trata este libro.

Málaga, invierno de 1998.

4 comentarios:

Carmen dijo...

Muchas cosas se me vienen a la cabeza leyendo tu blog. Aunque parece que la literatura es la literatura y el dinero el dinero he recordado el dicho: "El dinero llama al dinero". Madre mía, que redundante, pero cierto. Es el cliente del banco que está forrado al que tienden la alfombra roja cuando va a pedir un crédito millonario al igual que sitúan al autor más conocido, famoso o directamente el más "conveniente de forma puntual" el que colocan en el mejor estante. Me parece totalmente injusto y que conste que yo tengo un libro de Boris Izaguirre, ése en concreto (sí, lo confieso)
He recordado a un amigo, iluso total, que piensa que por escribir "aceptablemente" tienes el éxito asegurado y que te publicarán, le diré que lea tus peripecias.
Con eso que dices del título y que no piensas hacer perjuicio a nadie, seguro que no. He recordado a mi madre, hace algunos años le compré La alegría de vivir, de Phil Bossman, que yo leí con 13 años. Se siente bien leyendo esas cosas amables y sencillas, al igual que cuando de tarde en tarde acude a la iglesia me comenta: todo no se seguirá a pies juntillas pero no dicen malas cosas, mal no harán a nadie. Le dije que le compraría otro libro del mismo autor, aunque con la misma temática será leer algo diferente. Fui a Anaquel pero no tenían ninguno, ya lo buscaré otro día.
En fin, seguiré tu blog y prometo que mis comentarios futuros serán breves.
Un saludo

Joaquín García Weil dijo...

Hola, Carmen.

Un hecho que vengo observando con sorpresa es la cantidad de personas que escriben no sólo aceptablemente sino bien o muy bien. Se ve ahora con el fenómeno (minoritariamente masivo, valga el oxímoron) de los blogs, y ya se había apreciado antes en la legión de articulistas de opinión de los periódicos nacionales y locales. Cuando viajo, leo los periódicos locales en las cafeterías, y me sorprende la singular calidad de algunos articulistas.

Por otra parte creo que la tiranía de las masas absolutas (o del absolutismo de las masas) se está relativizando por el menudeo de los medios de comunicación, que han pasado de ser unos pocos (sobre todo cadenas de TV) a ser una gran cantidad de periódicos, tvs nacionales, regionales y locales, y, sobre todo, el amplio espacio de la web. Y, por lo que vengo observando, quitando las grandes estrellas de la blogsfera como J.A. Montano, todos tenemos una cuota de audiencia muy semejante. Creo que es porque nos leemos unos a otros, como debe ser. Así que tu amigo no desespere respecto a la literatura:

Hay un espacio medio entre estrellarse y el estrellato.

Anónimo dijo...

Allá voy, he comenzado a leerte. Te he encontrado en la red. Ya veremos que resulta.
Casualmente soy una admiradora del trabajo de Miguel Losada, a quién sigo por internet. Sin embargo, no es por él por quién dí contigo, fue navegando un día sin tener nada que hacer.
Gracias por el libro.
Recibe un abrazo desde México.

Joaquín García Weil dijo...

Bienvenida, Mari Carmen.

Gracias,

Joaquín.